Como cada año, el 31 de Mayo se celebra el Día Mundial Contra el Tabaco, evento creado por la OMS en 1987 que informa de los riesgos y problemas que causa el consumo del tabaco. Nadie duda de la importancia de este tipo de campañas tipo “Día Mundial …” donde se informa de avances, se acuerdan los objetivos y líneas de actuación frente a una enfermedad, frente a un problema social, … En la mayoría de casos bien tutelados, con grandes presupuestos y enormes campañas publicitarias gracias a grandes instituciones y organismos. Lo que en España parecía dificil de cumplirse a principios de año, debido a la nueva ley de prohibición total del consumo de tabaco en espacios públicos, se ha encontrado con unos resultados esperanzadores.
Pero hoy queremos destacar la gran labor de una campaña que surgió de la comunidad gracias a las redes sociales en Internet, “Mi vida sin tí”. Que mejor ejemplo para quien aun cuestiona hoy en día las posibilidades de las redes sociales: Mi vida sin tí se creó sin ningún tipo de reunión presencial entre los “autores”, con un presupuesto mínimo (el coste de la reserva del dominio) y con solo la idea de ayudar a aquellos que deseen dejar de fumar. Se sirvieron de Internet y sus redes sociales como herramienta de trabajo y han conseguido una importante repercusión en muchos medios de prensa, y lo más importante, han llegado al ciudadano, dato que podemos corroborar en los muchos testimonios en su muro, seguidores, amigos, … como agradecimientos de quienes valoran la ayuda que se les están ofreciendo.
Desde ObservaTICs queremos felicitar a todos los que han hecho posible “Mi Vida sin Tí” por ayudarnos a dejar de fumar desde las redes sociales.
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martes, 31 de mayo de 2011
martes, 24 de mayo de 2011
Sociedad real vs. sociedad virtual
Llevamos ya más de una semana de movilizaciones promovidas desde las redes sociales, con su reflejo en las acampadas de muchas ciudades de España. Desde nuestro punto de vista y sin restar su importancia, quizás el impacto no ha sido tan visible como podría esperarse en el resultado de las elecciones autonómicas y municipales. Sin entrar en detalle en los resultados políticos, el llamamiento general desde estos trend topics (#nolesvotes, #acampadasol, #democraciarealya, #15m, #spanishrevolution, ...) parece que ha tenido poca repercusión en los resultados de estos últimos comicios. Aunque es difícil medir la repercusión de este tipo de iniciativas, más allá de su vertiente mediática, parece que no han cambiado (o no han cambiado tanto) las intenciones de voto ni han conseguido que sus propuestas se filtren a los idearios de los diferentes partidos. Quizá sea todavía pronto y la corriente sobre representación directa, listas abiertas, etc, se esté todavía encauzando.
El movimiento 15-M nos puede servir de ejemplo y debate sobre la repercusión de las redes sociales en el mundo “real”. La difusión de su mensajes ha sido principalmente vía redes sociales y, posteriormente, fue amplificada a través de los medios de comunicación tradicionales. Centrándonos en las redes sociales, parece que lo que en la red era un gran movimiento, fuera de Internet, ha necesitado otros medios y esfuerzos añadidos para materializarse. Ante este hecho se podría extraer el siguiente punto para su debate. La sociedad de las redes sociales no tiene porqué ser un reflejo exacto de la sociedad desconectada . El porcentaje de gente que tiene acceso a Internet y tiene un perfil en las redes sociales condiciona fuertemente el campo de estudio para la extracción de cualquier posible estadística y extrapolarla al mundo real de carne y hueso (consideramos que ambos mundos son reales). De ahí que cualquier información y conclusión extraída de las redes sociales y aplicada al “mundo 3D” no tiene porque coincidir. Pero no olvidemos que la gente que está en las redes sociales, también pertenecen a la sociedad real. (Perdón por el uso reiterativo de “sociedad” y sus derivados)
Valorándolo desde otra perspectiva, conseguir unir pacíficamente en tan poco tiempo a tanta gente frente a un objetivo común, puede considerarse como un éxito, y tiene un enorme mérito. Ya nadie duda de la capacidad de llamamiento de estas herramientas. Poder unir, compartir, expresar, debatir, ... ideas, sentimientos, opiniones,... nunca ha sido tan fácil. En este caso se ha unido, un mensaje necesario con un inmediato y amplio sistema de comunicación, las redes sociales. No ha sido el primer caso (hubo otros tal vez menos multitudinarios y con menos impacto), y seguro que tampoco será el último.
La cuestión, ante todo esto, es que parece ser que aquello que suena a 2.0, redes sociales, … salta enseguida como noticia de interés, provocando un efecto burbuja de donde no debería haberlo. Se le atribuye más importancia que la que le corresponde. Está claro que la valorización de empresas como Facebook, Google, Twitter,... que ofrecen dichas herramientas, está en continuo aumento gracias al efecto dinamizador mediante dichas noticias, usadas más como publicidad en los medios de comunicación que por el uso real y práctico que tienen en sí dichas herramientas. Cada vez que sale una noticia con el número de usuarios de estas redes, no refleja el uso real de ellas porque no todos los usuarios registrados luego saben usarlas o hacen uso (no digamos continuo o regular) de ellas, muchas quedan abandonadas al poco tiempo. Hay infinidad de cuentas de todos los tipos que están vacías de contenido, que no aportan nada pero sí que inflan las estadísticas. Estas herramientas tienen su utilidad pero de ahí a querer convertirlas en el 4º poder dista mucho, y hay que evitar que se repita el efecto burbuja de las punto com. No otorguemos el poder a las redes sociales, el poder viene de quienes hacen uso de ellas, la sociedad.
En el caso de estas movilizaciones, parece que se ha resaltado más como se han organizado todo que el contenido de sus propuestas. Las redes sociales no son una moda, son la traslación de las redes personales que existen en el mundo of-line, pero amplificadas por el efecto de la tecnología. Sus posibilidades son cada día más evidente, y han venido para quedarse, pero mucho cuidado con dar más importancia al mensajero que al mensaje
martes, 17 de mayo de 2011
¿Qué le duele al médico?
En anteriores entradas, poníamos en valor la importancia de la prescripción de infomación sobre salud por parte de los profesionales sanitarios. El hecho de que conozcan y dispongan de esa información para facilitársela al paciente, implica que han tenido que utilizar un tiempo para descubrirla, leerla y valorarla.
El cómo hayan llegado a ella, dónde la hayan encontrado, … no es lo que nos ocupa en este caso. Lo interesante es el tiempo que han necesitado para ello. ¿Dónde lo han obtenido? ¿En un “tiempo muerto” en la consulta?, ¿en su ”tiempo libre” en casa?... La carga de trabajo de un médico de Atención Primaria es el primer obstáculo para poder realizar una mínima investigación mediante las TICs sobre un tema en cuestión. Otro posible problema puede ser el acceso a Internet desde la consulta. Y por último, pensemos que no se trata de una tarea reconocida y por lo tanto: no se mide, no hay indicadores, ni forma parte de la “calidad” valorada de la asistencia y no está remunerada.
La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) ha realizado un estudio sobre la situación de los médicos de Familia en España. De dicho estudio se pueden sacar algunas conclusiones, así como puntos de partida para interesantes debates:
¿Son muy diferentes estas percepciones para la Atención Especializada (AP) o la medicina hospitalaria (MH)? ¿Te encuentras reflejado en dicha encuesta?
El cómo hayan llegado a ella, dónde la hayan encontrado, … no es lo que nos ocupa en este caso. Lo interesante es el tiempo que han necesitado para ello. ¿Dónde lo han obtenido? ¿En un “tiempo muerto” en la consulta?, ¿en su ”tiempo libre” en casa?... La carga de trabajo de un médico de Atención Primaria es el primer obstáculo para poder realizar una mínima investigación mediante las TICs sobre un tema en cuestión. Otro posible problema puede ser el acceso a Internet desde la consulta. Y por último, pensemos que no se trata de una tarea reconocida y por lo tanto: no se mide, no hay indicadores, ni forma parte de la “calidad” valorada de la asistencia y no está remunerada.
La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) ha realizado un estudio sobre la situación de los médicos de Familia en España. De dicho estudio se pueden sacar algunas conclusiones, así como puntos de partida para interesantes debates:
- Hay un 44,2% de médicos entre 51 y 60 años, mientras que hay un 33,1% entre 41 y 50 años. Aparte de los nuevos licenciados que se están formando, ¿puede suponer un problema para la próxima década el número de médicos? ¿es la edad un factor limitante en los nuevos paradigmas del uso de la tecnologia, y la toma compartida de decisiones?
- El 59% de los médicos consideran que, tanto médico como paciente, deben ser el eje del sistema sanitario, un 22% consideran que debe ser el médico y el resto, un 19%, el paciente
- Existe un empate técnico ante la cuestión de si debe ser un médico, o no, quién debe realizar la gestión de las áreas sanitarias
- Un 90% considera que los gerentes de área no deben estar sujetos a cambios politícos
- Un 94,93% estaría de acuerdo con definir las funciones del personal de salud, y asignar por escrito las tareas correspondientes
- El 97,27 ve útil y necesario realizar campañas de educación sanitaria a la población general, por parte de las autoridades sanitarias
- Un 86% estaría de acuerdo con implantar un sistema de copago
- Un 92,47% afirma que no dispone de los recursos necesarios
- Un 55% opina que el tipo de consulta no presencial que se debería implantar seria la compuesta por correo electrónico/internet y la telefónica
- El 91,2% de lo médicos encuestados consideran que los médicos de AP están sobrecargados asistencialmente.
- ...
¿Son muy diferentes estas percepciones para la Atención Especializada (AP) o la medicina hospitalaria (MH)? ¿Te encuentras reflejado en dicha encuesta?
martes, 3 de mayo de 2011
... y el viejo médico
La semana pasada comentábamos la existencia de un nuevo tipo de paciente/usuario del sistema sanitario. En los comentarios, pudimos conocer casos personales como el de una niña con MVC, o el tratamiento mediante ABR a una niña para la rehabilitación de una parálisis cerebral moderada. Al leer estas historias, nos damos cuenta que este tipo de pacientes activos resultan “problemáticos” para algunos médicos. En ocasiones acaban enfrentándose con su médico de siempre, y buscando algún otro que les escuche o acepte sus ideas. ¿Cual es el problema? ¿Falta de diálogo?, ¿falta de confianza en el médico?, ¿miedo a la pérdida de poder por parte del médico? A veces, estos nuevos pacientes se encuentran con “viejos médicos” que no aceptan que se cuestionen sus decisiones y, mucho menos, que se acuda a la consulta con información sobre lo que te puede estar pasando, o algún tratamiento recomendado en Internet. Reniegan de las posibilidades de formación y conocimiento que ofrece Internet. Hay médicos que no soportan que los pacientes se informen en Internet pero, desde el punto de vista del paciente, es mucho peor que los médicos no hagan uso de esta gran herramienta para continuar su formación y mejorar su labor.
Las enfermedades de hoy no se abordan igual que las de hace 50 años, el acceso a un estudio clínico era inaccesible para un extraño en la materia e, incluso, para muchos de los profesionales, y las exploraciones, medios diagnósticos y tratamiento han evolucionado de forma acelerada en el tiempo. Entonces ¿por qué no se acepta como natural la evolución en la forma de relacionarse médicos y pacientes, especialmente respecto a la información a la que pueden acceder ambos?
Sin duda, un factor clave es la falta de tiempo. Vivimos en una época en que al médico se le evalúa por su productividad, pero entendiendo esta como la atención al máximo número de pacientes por jornada laboral, sin evaluar otros criterios de calidad. Así, si tenemos en cuenta que el encuentro entre médico y paciente es una reunión entre expertos (un experto en prevenir, detectar y tratar enfermedades, y otro experto en experimentar sus propios síntomas), y que dicho encuentro es lógicamente asimétrico, el médico vislumbra con horror la perspectiva de tener que explicar y consensuar cada decisión y, además, resolver las dudas que ha generado la búsqueda de información, y todo ello en (con suerte) 10 minutos.
En general, las historias de los “nuevos pacientes” son parecidas, aunque sufran distintas enfermedades o éstas sean de baja incidencia (y difícil diagnóstico). La primera etapa suele consistir en obtener la máxima información sobre la enfermedad ya diagnosticada (o sobre los síntomas), buscar nuevos tratamientos y estudios y presentar los hayazgos al equipo medico de confianza. Aquí es donde surgen dos posibilidades: encontrarse ante un equipo que acepta y participa del dialogo, e integra en éste al paciente o sus familiares, o estar enfrentado con el equipo y buscar alternativas que pasan, incluso, por el cambio de profesionales.
Desde el punto de vista del profesional, se debería poder escuchar a los pacientes, resolver sus dudas y temores, explicar cómo la información encontrada en Internet es útil o no para su caso concreto e, incluso, prescribir Internet recomendando recursos fiables. Por parte del paciente, se debería acudir a la consulta con una actitud abierta, compartiendo la información que hemos encontrado y dejando al profesional que pueda valorar su utilidad para nuestro caso concreto, y nos pueda ayudar a tomar la decisión mejor. No se trata de “pillar en falta” al médico ni ponerle pruebas. Nadie sabe todo sobre todo y durante todo el tiempo, y mucho menos en Medicina, donde la velocidad de aparición de nuevos estudios es mucho más rápida que las posibilidades de los profesionales de leerlos. Nuestro papel, por la cuenta que nos trae, debe ser colaborar y no pretender hacer nuestros propios diagnósticos, o tener certezas sobre el tratamiento más adecuado. Imaginemos, para ver el absurdo de esta postura, que la misma discusión se produjese con el arquitecto que nos construye una casa.
Ante este panorama, ¿cual es tu postura?, ¿estás satisfecho con la información que tu médico te da sobre tu enfermedad?, ¿has buscado información por otros medios sobre alguna enfermedad?, ¿has tratado de compartir con él dicha información?, ¿prescribe Internet tu médico?.
Las enfermedades de hoy no se abordan igual que las de hace 50 años, el acceso a un estudio clínico era inaccesible para un extraño en la materia e, incluso, para muchos de los profesionales, y las exploraciones, medios diagnósticos y tratamiento han evolucionado de forma acelerada en el tiempo. Entonces ¿por qué no se acepta como natural la evolución en la forma de relacionarse médicos y pacientes, especialmente respecto a la información a la que pueden acceder ambos?
Sin duda, un factor clave es la falta de tiempo. Vivimos en una época en que al médico se le evalúa por su productividad, pero entendiendo esta como la atención al máximo número de pacientes por jornada laboral, sin evaluar otros criterios de calidad. Así, si tenemos en cuenta que el encuentro entre médico y paciente es una reunión entre expertos (un experto en prevenir, detectar y tratar enfermedades, y otro experto en experimentar sus propios síntomas), y que dicho encuentro es lógicamente asimétrico, el médico vislumbra con horror la perspectiva de tener que explicar y consensuar cada decisión y, además, resolver las dudas que ha generado la búsqueda de información, y todo ello en (con suerte) 10 minutos.
En general, las historias de los “nuevos pacientes” son parecidas, aunque sufran distintas enfermedades o éstas sean de baja incidencia (y difícil diagnóstico). La primera etapa suele consistir en obtener la máxima información sobre la enfermedad ya diagnosticada (o sobre los síntomas), buscar nuevos tratamientos y estudios y presentar los hayazgos al equipo medico de confianza. Aquí es donde surgen dos posibilidades: encontrarse ante un equipo que acepta y participa del dialogo, e integra en éste al paciente o sus familiares, o estar enfrentado con el equipo y buscar alternativas que pasan, incluso, por el cambio de profesionales.
Desde el punto de vista del profesional, se debería poder escuchar a los pacientes, resolver sus dudas y temores, explicar cómo la información encontrada en Internet es útil o no para su caso concreto e, incluso, prescribir Internet recomendando recursos fiables. Por parte del paciente, se debería acudir a la consulta con una actitud abierta, compartiendo la información que hemos encontrado y dejando al profesional que pueda valorar su utilidad para nuestro caso concreto, y nos pueda ayudar a tomar la decisión mejor. No se trata de “pillar en falta” al médico ni ponerle pruebas. Nadie sabe todo sobre todo y durante todo el tiempo, y mucho menos en Medicina, donde la velocidad de aparición de nuevos estudios es mucho más rápida que las posibilidades de los profesionales de leerlos. Nuestro papel, por la cuenta que nos trae, debe ser colaborar y no pretender hacer nuestros propios diagnósticos, o tener certezas sobre el tratamiento más adecuado. Imaginemos, para ver el absurdo de esta postura, que la misma discusión se produjese con el arquitecto que nos construye una casa.
Ante este panorama, ¿cual es tu postura?, ¿estás satisfecho con la información que tu médico te da sobre tu enfermedad?, ¿has buscado información por otros medios sobre alguna enfermedad?, ¿has tratado de compartir con él dicha información?, ¿prescribe Internet tu médico?.
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