Sanidad Híbrida es una interesante iniciativa de Iñaki Etxebarria (Salud-ando 2.0) y Raquel Benito (De la innovación y otros demonios) que se ha puesto en marcha en el entorno de los Hybrid Days.
Desde el 15 de octubre, el blog está mostrándonos reflexiones y puntos de vista sobre los diferentes actores implicados en un nuevo modelo de Sanidad.
Todas son muy interesantes y merecen una detenida lectura. Son ideas y análisis personales capaces de generar controversia y que, esperemos, serán capaces de generar movimiento y dar lugar a cambios –de manera de pensar, de relacionarnos, de actuar- traduciéndose en cosas nuevas.
De entre todas ellas, nos ha gustado especialmente la de Miguel Ángel Mañez : “Liderazgo híbrido: cambiar la perspectiva “, que ofrece perlas como “La diferencia entre gestionar y liderar es abismal”
Efectivamente, necesitamos líderes que nos ayuden a mejorar (ideas, procesos, servicios), que nos ilusiones (con lo fáciles que somos de convencer. . .) y que nos ofrezcan el estímulo justo para que las capacidades de cada uno eclosionen y den frutos.
Y que decir de los miedos (al de arriba, a los de abajo, a la prensa, a las críticas, a meter la pata, a no saber estar a la altura) que terminan siendo miedos a tomar decisiones, y que impiden que las cosas avancen, que todos avancemos.
Lo dicho, no perdáis la oportunidad de disfrutar de esta iniciativa híbrida, y de aportar vuestros propios puntos de vista.
jueves, 17 de noviembre de 2011
martes, 8 de noviembre de 2011
Escuchar y ser escuchados
El Hospital Universitario de Guadalajara inaugurado en 1982 es un centro público sanitario del SESCAM que cuenta con 410 camas, 98 salas de consultas y 16 quirófanos.
Fue el primer centro asistencial informatizado de España, y ha sido siempre una referencia en el uso de las nuevas tecnologías . En la actualidad cuenta con una completa página web y canales en Twitter, Facebook y Youtube.
Laura Fernández nos cuenta su experiencia.
Fue el primer centro asistencial informatizado de España, y ha sido siempre una referencia en el uso de las nuevas tecnologías . En la actualidad cuenta con una completa página web y canales en Twitter, Facebook y Youtube.
Laura Fernández nos cuenta su experiencia.
Escuchar y ser escuchados en la red
Tradicionalmente se suele decir que “ojos que no ven, corazón que no siente”, intentando justificar que la ignorancia puede ser positiva en según qué casos. Pero lo tradicional en el mundo de la comunicación está viéndose obligado a no serlo tanto.
No sólo debemos ver, sino que debemos escuchar y ser escuchados y, en este marco, también en la comunicación sanitaria, las herramientas que la web 2.0 pone a nuestro alcance son beneficiosas para todos.
El Hospital Universitario de Guadalajara hace apenas dos años no tenía página web. Hoy estamos a la cabeza en el uso de los Social Media en el ámbito hospitalario en redes sociales generalistas, microblogging, canales de vídeo, sindicación de contenidos y blogs internos.
Llegar hasta este punto es para cualquier empresa o institución relativamente fácil, siendo más una necesidad de abrirse a una mentalidad digital la que puede hacer el cambio.
Pongámonos en la piel del paciente, ya que todos nosotros también lo somos. Me siento mal y quiero acudir al médico ¿qué puedo hacer? Lo primero, formalizar cita en mi centro de Atención Primaria que, en Castilla-La Mancha, se puede hacer cómodamente on-line.
¿Nos derivan al especialista del Hospital Universitario de Guadalajara pero no recordamos la fecha de la cita? Podemos consultarlo también desde casa gracias al DNI electrónico, así como pedir el cambio de cita, acceder a nuestra Historia Clínica o plantear las dudas que queramos a través de correo electrónico o cualquiera de los perfiles del Hospital en la red.
Pero es que además podemos, por ejemplo, suscribirnos a sus noticias y estar al tanto de todo lo que nos ofrecen sin salir de casa, compartiendo con nuestros contactos aquello que hemos encontrado o de lo que nos han informado.
La comunicación es y debe ser bidireccional y cuando nos demos cuenta de ello, y de que podemos aprovechar su viralidad, tendremos una mentalidad realmente 2.0.
En el ámbito de la comunicación institucional, incluida la sanitaria, muchos son los que se muestran reticentes a embarcarse en esta aventura, probablemente ante la posibilidad de elementos negativos o críticas públicas que se puedan verter pero... ¿acaso no escucharlas quiere decir que no estén ahí? ¿no es mejor monitorizarlas y conocerlas para poder mejorar e intervenir si así lo consideramos? Como ciudadanos, ¿no preferimos una institución accesible, comunicativa, abierta y que nos permita interaccionar con ella en lugar de simplemente mandarnos mensajes más o menos enlatados?
El uso del 2.0 en el ámbito sanitario acerca a los ciudadanos a la institución, que debe comprometerse también con sus usuarios a través de estas herramientas. Si un centro no está dispuesto a asumir esa responsabilidad, o no está seguro de ella, mejor andar con pasos cortos pero firmes, a sabiendas de que la calidad percibida por parte de nuestros usuarios encuentra en esta vía otro camino para sumar o restar reputación.
Desde el Hospital Universitario de Guadalajara estamos en disposición de afirmar que las herramientas 2.0 nos han hecho más visibles, más amigables, nos han dotado de personalidad propia y nos han permitido establecer conversaciones directas y cercanas con nuestros usuarios y trabajadores, que se han mostrado agradecidos por ello.
La web 2.0 no debe verse como un enemigo, como un elemento desestabilizante que no podemos controlar, sino como un nuevo abanico de posibilidades que están aquí para quedarse y que debemos abrazar cuanto antes. Porque todo es comunicación y no podemos mantenernos al margen de los nuevos canales que, independientemente de nosotros, están ya utilizando nuestros usuarios.
Hospital Universitario de Guadalajara
jueves, 3 de noviembre de 2011
El valor de un tweet
¿Cuánto vale un tweet? Sin duda esta es actualmente la pregunta del millón. Desde que los profesionales del marketing pusieron sus ojos en las redes sociales, se ha tratado de cuantificar el valor de la difusión viral. Y no tiene una respuesta fácil.
Existen herramientas como Monitter, Twitalyzer o Between que tratan de medir toda una serie de parámetros para obtener un valor, que es en definitiva lo que necesitan las empresas de comunicación para poder presupuestar una campaña.
Pero la cuestión es ciertamente compleja. En primer lugar, el valor de un tweet depende de quien lo emite, es decir, de quienes somos. Este quienes somos es lo que se traduce en que la gente nos siga o no. Alguien nos seguirá ante la expectativa de que lo que producimos (nuestros tweets) van a resultarle interesantes. Nuestra frecuencia de tweets y el que cuidemos y nos relacionemos regularmente con nuestros seguidores, tiene un afecto de adición, y produce que éstos crezcan.
Si nadie me sigue, es evidente que no tendré oportunidad de comunicar nada, pero el número de seguidores no es una garantía. Y no lo es porque una de las normas de etiqueta es seguir a quien nos sigue. Además, si quien nos sigue es muy activo y tiene muchos seguidores, podrá retwittearnos haciendo que nuestro mensaje se difunda también entre sus contactos. De este modo, el valor de nuestro tweet dependerá también de la calidad de nuestros seguidores. Esto no es nuevo. De hecho los documentalistas hablan desde hace mucho de los “colegios invisibles” para referirse a grupos informales dentro de una comunidad con unos lazos mas fuertes basados en áreas e intereses comunes. Si en las comunicaciones científicas estos colegios generan citas, en Twitter producen retweets.
Y aquí no termina todo. Cada mensaje concreto tiene una potencia intrínseca que condicionará el que se difunda más o menos, y dicha potencia –además- es difícilmente previsible a priori. Es lo que Dawkins llamó memes, o ideas con capacidad para difundirse y perpetuarse.
Y mas allá de la calidad del mensaje, de los emisores y de los reemisores, también está lo que podemos llamar “oportunidad”. Twitter es tan volátil que éxito de un mensaje puede depender de la hora a la que se lanza. O que coincida con otros mensajes que están generando gran atención.
Y al igual que Twitter, el resto de redes tienen características comunes, además de algunas variables en función de cada plataforma y la idiosincrasia de sus usuarios (que no tienen el mismo perfil).
¿Cual es la fórmula mágica?, pues probablemente es imposible de conocer. Quizá sean determinantes nuestras habilidades sociales dentro y fuera de la red, nuestra reputación y alguna dosis de buena suerte.
Si el correo electrónico es un medio de comunicación personal y los medios tradicionales son medios de comunicación de masas, las redes sociales se sitúan en un término medio, y tienden hacia uno u otro extremo según la capacidad de los mensajes de difundirse menos o mas. El valor económico de los mensajes se basa en ello, pero estamos muy lejos de poder medirlo a priori.
Y ahora traslademos todo esto al área de la salud. Somos una organización o una institución y queremos que nuestro mensaje llegue a los ciudadanos. ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo conseguir el éxito en una campaña de Salud Pública?
La semana próxima intentaremos dar algunas claves.
Existen herramientas como Monitter, Twitalyzer o Between que tratan de medir toda una serie de parámetros para obtener un valor, que es en definitiva lo que necesitan las empresas de comunicación para poder presupuestar una campaña.
Pero la cuestión es ciertamente compleja. En primer lugar, el valor de un tweet depende de quien lo emite, es decir, de quienes somos. Este quienes somos es lo que se traduce en que la gente nos siga o no. Alguien nos seguirá ante la expectativa de que lo que producimos (nuestros tweets) van a resultarle interesantes. Nuestra frecuencia de tweets y el que cuidemos y nos relacionemos regularmente con nuestros seguidores, tiene un afecto de adición, y produce que éstos crezcan.
Si nadie me sigue, es evidente que no tendré oportunidad de comunicar nada, pero el número de seguidores no es una garantía. Y no lo es porque una de las normas de etiqueta es seguir a quien nos sigue. Además, si quien nos sigue es muy activo y tiene muchos seguidores, podrá retwittearnos haciendo que nuestro mensaje se difunda también entre sus contactos. De este modo, el valor de nuestro tweet dependerá también de la calidad de nuestros seguidores. Esto no es nuevo. De hecho los documentalistas hablan desde hace mucho de los “colegios invisibles” para referirse a grupos informales dentro de una comunidad con unos lazos mas fuertes basados en áreas e intereses comunes. Si en las comunicaciones científicas estos colegios generan citas, en Twitter producen retweets.
Y aquí no termina todo. Cada mensaje concreto tiene una potencia intrínseca que condicionará el que se difunda más o menos, y dicha potencia –además- es difícilmente previsible a priori. Es lo que Dawkins llamó memes, o ideas con capacidad para difundirse y perpetuarse.
Y mas allá de la calidad del mensaje, de los emisores y de los reemisores, también está lo que podemos llamar “oportunidad”. Twitter es tan volátil que éxito de un mensaje puede depender de la hora a la que se lanza. O que coincida con otros mensajes que están generando gran atención.
Y al igual que Twitter, el resto de redes tienen características comunes, además de algunas variables en función de cada plataforma y la idiosincrasia de sus usuarios (que no tienen el mismo perfil).
¿Cual es la fórmula mágica?, pues probablemente es imposible de conocer. Quizá sean determinantes nuestras habilidades sociales dentro y fuera de la red, nuestra reputación y alguna dosis de buena suerte.
Si el correo electrónico es un medio de comunicación personal y los medios tradicionales son medios de comunicación de masas, las redes sociales se sitúan en un término medio, y tienden hacia uno u otro extremo según la capacidad de los mensajes de difundirse menos o mas. El valor económico de los mensajes se basa en ello, pero estamos muy lejos de poder medirlo a priori.
Y ahora traslademos todo esto al área de la salud. Somos una organización o una institución y queremos que nuestro mensaje llegue a los ciudadanos. ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo conseguir el éxito en una campaña de Salud Pública?
La semana próxima intentaremos dar algunas claves.
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