La semana pasada comentábamos la existencia de un nuevo tipo de paciente/usuario del sistema sanitario. En los comentarios, pudimos conocer casos personales como el de una niña con MVC, o el tratamiento mediante ABR a una niña para la rehabilitación de una parálisis cerebral moderada. Al leer estas historias, nos damos cuenta que este tipo de pacientes activos resultan “problemáticos” para algunos médicos. En ocasiones acaban enfrentándose con su médico de siempre, y buscando algún otro que les escuche o acepte sus ideas. ¿Cual es el problema? ¿Falta de diálogo?, ¿falta de confianza en el médico?, ¿miedo a la pérdida de poder por parte del médico? A veces, estos nuevos pacientes se encuentran con “viejos médicos” que no aceptan que se cuestionen sus decisiones y, mucho menos, que se acuda a la consulta con información sobre lo que te puede estar pasando, o algún tratamiento recomendado en Internet. Reniegan de las posibilidades de formación y conocimiento que ofrece Internet. Hay médicos que no soportan que los pacientes se informen en Internet pero, desde el punto de vista del paciente, es mucho peor que los médicos no hagan uso de esta gran herramienta para continuar su formación y mejorar su labor.
Las enfermedades de hoy no se abordan igual que las de hace 50 años, el acceso a un estudio clínico era inaccesible para un extraño en la materia e, incluso, para muchos de los profesionales, y las exploraciones, medios diagnósticos y tratamiento han evolucionado de forma acelerada en el tiempo. Entonces ¿por qué no se acepta como natural la evolución en la forma de relacionarse médicos y pacientes, especialmente respecto a la información a la que pueden acceder ambos?
Sin duda, un factor clave es la falta de tiempo. Vivimos en una época en que al médico se le evalúa por su productividad, pero entendiendo esta como la atención al máximo número de pacientes por jornada laboral, sin evaluar otros criterios de calidad. Así, si tenemos en cuenta que el encuentro entre médico y paciente es una reunión entre expertos (un experto en prevenir, detectar y tratar enfermedades, y otro experto en experimentar sus propios síntomas), y que dicho encuentro es lógicamente asimétrico, el médico vislumbra con horror la perspectiva de tener que explicar y consensuar cada decisión y, además, resolver las dudas que ha generado la búsqueda de información, y todo ello en (con suerte) 10 minutos.
En general, las historias de los “nuevos pacientes” son parecidas, aunque sufran distintas enfermedades o éstas sean de baja incidencia (y difícil diagnóstico). La primera etapa suele consistir en obtener la máxima información sobre la enfermedad ya diagnosticada (o sobre los síntomas), buscar nuevos tratamientos y estudios y presentar los hayazgos al equipo medico de confianza. Aquí es donde surgen dos posibilidades: encontrarse ante un equipo que acepta y participa del dialogo, e integra en éste al paciente o sus familiares, o estar enfrentado con el equipo y buscar alternativas que pasan, incluso, por el cambio de profesionales.
Desde el punto de vista del profesional, se debería poder escuchar a los pacientes, resolver sus dudas y temores, explicar cómo la información encontrada en Internet es útil o no para su caso concreto e, incluso, prescribir Internet recomendando recursos fiables. Por parte del paciente, se debería acudir a la consulta con una actitud abierta, compartiendo la información que hemos encontrado y dejando al profesional que pueda valorar su utilidad para nuestro caso concreto, y nos pueda ayudar a tomar la decisión mejor. No se trata de “pillar en falta” al médico ni ponerle pruebas. Nadie sabe todo sobre todo y durante todo el tiempo, y mucho menos en Medicina, donde la velocidad de aparición de nuevos estudios es mucho más rápida que las posibilidades de los profesionales de leerlos. Nuestro papel, por la cuenta que nos trae, debe ser colaborar y no pretender hacer nuestros propios diagnósticos, o tener certezas sobre el tratamiento más adecuado. Imaginemos, para ver el absurdo de esta postura, que la misma discusión se produjese con el arquitecto que nos construye una casa.
Ante este panorama, ¿cual es tu postura?, ¿estás satisfecho con la información que tu médico te da sobre tu enfermedad?, ¿has buscado información por otros medios sobre alguna enfermedad?, ¿has tratado de compartir con él dicha información?, ¿prescribe Internet tu médico?.
5 comentarios:
En el caso de los profesionales médicos la edad no juega un papel tan importante como en el caso de los pacientes/ciudadanos/usuarios.
http://www.ictconsequences.net/2010/05/18/the-integration-of-information-and-communication-technology-into-medical-practice/
Factores relacionados con el tipo de actividades que realizan y su capacidad de disponer de su tiempo de manera más autónoma juegan un papel más importante que la edad. Probablemente aquellos médicos jóvenes o que aun son residentes tienen que ocuparse de tareas que sus adjuntos no realizan. Además los profesionales más jóvenes tiene menor autonomía en su trabaja que aquellos con una posición más consolidada.
La realidad es compleja y alejada de dicotomías
Hola Francisco, gracias por tu comentario. En ningún caso con el adjetivo de viejo queremos hacer referencia a la edad de los facultativos. Queremos relacionarlo con la actitud reacia ante los cambios de la sociedad de algunos médicos y por continuar haciendo uso de términos contrarios en relación con el usado en el post previo de "El nuevo paciente"
Estimados,
grata sorpresa encontrar mi testimonio por acá (ABR para PC). Me alegra mucho ver este tipo de reflexiones y espero que avancemos hacia una mayor comprensión, empatía y diálogo ;).
Saludos a Ana desde aquí!
Hola a todos!
El pasado jueves experimenté la gozada de encontrarme entre un grupo de padres y profesionales sanitarios compartiendo conocimientos y experiencias. Se celebraron en Madrid las Primeras Jornadas sobre citomegalovirus congénito, asistieron más de 200 personas, entre las que estábamos familias afectadas, pediatras, neonatólgos, otorrinos, neurólogos, terapeutas del lenguaje, de atención temprana, etc... Los profesionales compartieron sus conociemientos no sólo con el resto de médicos y profesionales sino con los padres de niños afectados, y los padres tuvimos oportunidad de dirigirnos a los profesionales. Todo un ejemplo a seguir, un ejemplo de relación médico/profesional-paciente que construye.
Como dice Sonia (Mamá Terapeuta), a seguir avanzando en esta línea de diálogo!!!
Sonia te he mandado un email a través de tu blog. Saludos!!!
Los de médicos viejos tendrás que aclararlo más.
Con 50 años de ejercicio profesional a mi no me "duele" nada, ni me importa que me cuestionen,y mucho menos cuando tengo razón. Pero tampoco aguanto sandeces: he llevado a varios pacientes ante el juez por imprudentes temerarios (cuando sus acciones perjudicaban a otros).
Los médicos "normalitos", como yo no padecemos con pacientes "dificiles". Todo es cuestión de saber dónde estamos cada uno.
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